El 26 de junio de 1891 marca el nacimiento formal de uno de los partidos políticos más emblemáticos de la Argentina: la Unión Cívica Radical (UCR).Fundada por Leandro N. Alem en la ciudad de Buenos Aires, la UCR se gestó como fuerza política en un contexto de fuerte reclamo ciudadano por mayor participación democrática, transparencia y derechos cívicos, en una Argentina convulsionada por la concentración del poder.A lo largo de su trayectoria, la UCR experimentó múltiples transformaciones internas, fracturas y reunificaciones. Aun así, logró consolidarse como una expresión representativa de la clase media y defensora del sistema democrático. Su influencia se refleja en nueve presidencias nacionales que llevaron sus ideales a la práctica, entre ellas las de Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear, Arturo Illia y Raúl Alfonsín, quien encabezó la histórica transición democrática en 1983.Desde sus orígenes, la UCR ha albergado en su interior corrientes ideológicas diversas —del krausismo al desarrollismo, del liberalismo al socialismo democrático— que supo articular bajo una plataforma común de laicismo, federalismo y defensa de los derechos civiles. Fue protagonista en conquistas fundamentales como la sanción del voto secreto y obligatorio masculino, y desempeñó un rol clave en la consolidación de una democracia liberal en el siglo XX.Con sus aciertos y desafíos, a lo largo de más de un siglo, la UCR marcó capítulos esenciales de la historia institucional argentina, entrerriana y villaguayense.

Unión Cívica Radical: 134 años de historia y democracia

Juan Laurentino Ortiz nació en Puerto Ruiz (Gualeguay) el 11 de junio de 1896, y falleció en Paraná el 2 de septiembre de 1978. Hijo de José Antonio Ortiz y Amalia Magallanes, es el menor de una familia de diez hermanos. En 1910, después de vivir sus primeros años en la localidad de Mojones Norte, en el Departamento Villaguay, cursó la educación primaria en la Escuela Mitre; años más tarde, ingresó a la Escuela Normal Mixta de Maestros de Gualeguay.En 1913 se trasladó a Buenos Aires a estudiar filosofía y allí conoció a grandes figuras del ambiente literario porteño de los años 20. En 1915 volvió a entre Ríos, en donde se casó y tuvo un hijo. Residió en Gualeguay hasta 1942, año en que se mudó a Paraná, lugar en el que permaneció hasta su muerte.Sus años en nuestra región marcaron definitivamente su poesía contemplativa de extensos y cuidados versos. La contratapa de Al Villaguay (y otros poemas) –incluido en la colección Los Nuestros, con introducción y notas de Luis Alberto Salvarezza–, sintetiza: “En todo poeta verdadero, la niñez, su conmoción inaugural ante la naturaleza y la instalación vital en una lengua y un paisaje, son primordiales. Máxime si pensamos que por entonces, 1899-1905, Villaguay era hacia el noreste la criollísima Selva de Montiel y hacia el este las novedosas colonias judías (…)”.Entre sus más recordados poemas se erigen los escritos evocando este pago: “Villaguay” dedicado a su amigo Justo Miranda, “Al Villaguay” que habla de nuestro arroyo y “El Doctor Larcho”.Sus obras más importantes son: La Luna (1933), El alba sube... (1937), El ángel inclinado (1938), La rama hacia el este (1940), El álamo y el viento (1948), El aire conmovido&nbsp;(1949), La mano infinita (1951), La brisa profunda (1954), El alma y las colinas (1956), De las raíces y del cielo (1958), En el aura del sauce (1971), y su obra completa, editada por la Universidad Nacional del Litoral (2005).Villaguay&nbsp;(fragmento)&nbsp;(Para Justo Miranda)&nbsp;¿Dónde está mi corazón, al fin?Ah, mi corazón está en todo.En las vidas más increíbles, próximas y lejanas.Está en las más hermanas de aquí y de allá, caídas o incorporadassobre sí mismas, en el límite del martirio, con la sonrisa de la fe.&nbsp;En todo, mis amigos.En los finos tallos que tiemblan al anocheceren una apenas blanca luz que va a morir, medio desamparada:¿qué presentimientos los de las maduras hierbas altas?&nbsp;Está en todo mi corazón pero allí estuvo también mi infancia.Allí las siestas del monte, dulces para siempre de ubajay,con su silencio lleno de flores raras y de lazos invisibles,verde sobre los tajamares y sus fantásticas criaturas de luz...Allí las primeras heridas de la crueldad inútilque aún me sangran la adhesión a los “amiguitos inocentes...”.Allí en el pueblo otra vez el monte, y el arroyoque he vuelto a ver y oír en su purísimo sueñodiscretamente abierto o misteriosamente sensiblebajo los arcos de las ramas con enredaderas estrelladas...El canto del arroyo en la tarde que de repente se pierdeen su propio olvido y vuelve con una pena imposible: la paloma...¿Qué secreto alado o íntimo, quiebra, eterno, sobre las piedras, ese canto?

Juan L. Ortiz: el gran poeta argentino, uno de los nuestros

Quiero recordar hoy la visita que nos hiciera al diario “El Pueblo”, el lunes 10 de mayo de 1982 –hace 43 años–, el joven marinero del Crucero “General Belgrano”, Fernando Javier Jaime, sobreviviente de aquella tragedia que enlutó a los argentinos.El hundimiento del ARA “General Belgrano” se produjo el 2 de mayo de 1982, fuera de la zona de exclusión, a consecuencia del ataque del submarino nuclear británico HMS Conqueror.El primer torpedo impactó en el Belgrano a las 16 horas, y a las 17 se había hundido, pereciendo 323 de los 1093 tripulantes. Sabemos que a medida que pasaban&nbsp; los años&nbsp; muchos de los héroes de Malvinas terminaron con su útil vida, lamentablemente.Fernando llegó a Villaguay el jueves 6 de mayo de 1982 a visitar a su mamá y a su hermano menor, quienes lo mismo que él, vivían en la zona sur de nuestra ciudad.Jaime nos hizo un dramático relato de su terrible experiencia bélica en el Atlántico Sur.Nos decía de las horas de angustia vividas junto a sus camaradas al ser alcanzados por los torpedos del submarino británico el domingo 2 de mayo de 1982, al ser sorprendidos por el ataque en una zona no sometida al bloqueo.Nos relataba que al momento del alevoso ataque, él y otros muchos compañeros se vieron sorprendidos, mientras estaban entregados al sueño tras el relevo de las labores específicas.“El impacto fue violentísimo, ensordecedor. No lo podré olvidar mientras viva”, nos aseguraba. “Me sacó limpiamente de mi litera y me arrojó como a otros totalmente aturdido al piso del camarote”.&nbsp;“De inmediato –nos decía– se procedió a organizar el abandono del barco aprovechando al máximo el tiempo, antes que éste “tocado de muerte” se sumergiera en las aguas heladas del Atlántico Sur. Con una ordenada celeridad todos dejamos el Belgrano y abordamos las balsas. Ya en ellas, provistos de equipos de supervivencia, nos vimos enfrentados a una fuerte tormenta de viento y lluvia. El vendaval determinó un descenso térmico que llegó a producir una sensación de frío de hasta 20 grados bajo cero. Ello hizo que resultara muy difícil a los buques para auxiliarnos”, nos relató.Y agregó: “Lo más duro y difícil, una vez que estuvimos a bordo de los botes fue alejarnos del navío antes que este se sumergiera, pues ello entrañaba peligro de que el casco al entrar de golpe en el agua con el hundimiento nos chupara”.Continúa Fernando: “Mis acompañantes y yo fuimos sacados de las balsas alrededor de las 17 del lunes, tras casi 25 horas de navegar a la deriva en un mar embravecido.Nos decía que su grupo de unos 30 hombres tuvo suerte porque llegó a permanecer a la deriva poco más de 25 horas, pero otros estuvieron 38, 48 y más horas. “Al principio los botes iban unidos con cabos, pero la violencia de la&nbsp; tormenta obligó a soltarlos, por eso nos dispersamos y resultó más ardua la tarea de rescate”. “Los primeros buques en llegar a la zona del naufragio fueron los argentinos Burruchaga –en el que me salvé junto a la mayoría de los&nbsp;tripulantes - el Bouchard y el Piedrabuena. Más tarde llegó el chileno Piloto Pardo”.Finalmente, y con emotivas palabras, Fernando Javier Jaime –de 20 años-, nos pidió que “demos testimonio de su agradecimiento al pueblo de Villaguay y de todo el país, por su preocupación, el esfuerzo y la ayuda que se brindó a las tropas argentinas comprometidas en la defensa de nuestra soberanía en el Atlántico Sur”.“Y exhortó a todos los jóvenes y a toda la ciudadanía, para que no depongan la fe y mantengan la unidad que llevará a feliz término esta increíble gesta del pueblo argentino.<h2>“Yo estuve en el Belgrano”</h2>Al cumplirse 40 años de la gesta de Malvinas, en 2022, en la cámara de Diputados de Entre Ríos, fue presentado el libro “Yo estuve en el Belgrano”, escrito por el periodista entrerriano Nicolás Blanco, basado en el relato del hijo adoptivo de Villaguay, Fernando Javier Jaime.<h2>En el homenaje de Villaguay</h2>El pasado 2 de abril de 2025, Fernando Jaime participó del emotivo homenaje a los héroes de Malvinas, que se llevó a cabo en el acceso norte de Villaguay, donde fue uno de los oradores. Él ha brindado charlas a lo largo del país sobre lo que fue su participación y demás compañeros en aquella terrible guerra.Debo decir que me puso muy feliz reencontrarme allí con Fernando después de 43 años en que nos viéramos en el diario El Pueblo, donde nos relató su dura experiencia.

El marinero Fernando Jaime del Crucero General Belgrano, en “El Pueblo”

En el marco del Día del Obrero Gráfico, Roque Jesús Alaguibe —histórico trabajador del diario El Pueblo de Villaguay— compartió un sentido mensaje que resume seis décadas de entrega, orgullo y memoria en el oficio que le dio dignidad y forjó su historia personal y profesional.“Con motivo de conmemorarse hoy 7 de mayo el Día del Obrero Gráfico, quiero dar un fuerte abrazo a quienes fueron mis compañeros a través de mis 60 años de trabajo en el diario El Pueblo de la familia Surra”, expresó Alaguibe, quien ingresó al medio en 1959 y se retiró en 2020, atravesando una era completa de transformaciones técnicas y humanas. En sus palabras, dejó entrever el respeto y el cariño por quienes aún hoy sostienen al diario que, tal como recordó, está en camino de celebrar su centenario el próximo 4 de febrero de 2026.Alaguibe definió a El Pueblo como su “Universidad de la vida”, haciendo alusión a todo lo aprendido en el taller gráfico, desde el laborioso armado de cada página “letra por letra”, en aquellos años del plomo y la linotipia, hasta los procesos automatizados y digitales de la prensa moderna. “Es mucho lo que podría decir sobre ese bendito trabajo que me dio dignidad”, confesó, recordando que gran parte de esa historia está reflejada en sus propias crónicas y relatos.En su mensaje también evocó una fotografía de los años 70, símbolo de la camaradería y la identidad colectiva del diario. Se trata de un festejo compartido entre gráficos, periodistas, administrativos y trabajadores de la librería, en el comedor de Luis "Patita" Mendieta, en la histórica Avda. Herrera, casi Frías.Allí posan, entre otros, Carlos María Maidana, Dionisio Bernardo Franco, Julio Cicerone, Mario Azogaray, Graciela Díaz, Delia Rosa Baglione, Juan Carlos “Abuelo” Valdez, Mario Insaurralde, Hugo Gutiérrez, Adolfo Ruíz Díaz, Omar Bravo, Retamar, y el propio Alaguibe. “Una postal de tiempos de trabajo compartido, de compañerismo, de esfuerzo silencioso que ponía en las calles el diario cada día”, rememoró.

Roque Jesús Alaguibe, una vida entre letras y tinta: homenaje al Día del Obrero Gráfico

Nació el 7 de julio de 1923, en Villaguay, en el hogar de Ángel Rafael Giles, de profesión constructor, y Juana Dionicia Camaño, ama de casa, junto a 7 hermanos. La familia Giles vivió en la intersección de Leopoldo Herrera y Brasil, en una casa de dos aguas, vacas, palomar y parrales, donde “Muriaga” fue creciendo hasta llegar a tener su propia familia. En su juventud practicó boxeo, y fútbol en el Club Defensores del Norte, que tenía sede en la casa paterna y había sido fundado por su padre.&nbsp;Su amor por la música había surgido desde que era muy joven, cuando llegaba del trabajo de albañil junto a su padre y se iba a tocar una vieja guitarra de su tío Julián. Profundizó sus conocimientos en el bar de Sebastián Álvarez, en la esquina de Yrigoyen y Esquiú, donde acudían conocidos músicos como “Chito” Figueroa en acordeón, y Corbeto y su hijo “Chiche”, Oscar Blanco y Calixto Romero en guitarra.Alrededor de 1953, llegó a la calle Estrada, frente al Club Policial, el circo “Pabellón Palma”, que traía dos eximios intérpretes del piano de botellas, algo que atrajo a Muriaga, a tal punto que se propuso construir el suyo, y tras muchos intentos, comenzó a sacar las primeras notas. La primera interpretación fue “La vestido celeste”, y luego logró sacar numerosos temas en forma magistral, lo que provocaba gran admiración. A medida que se fue superando con sus botellas y haciéndose conocido, comenzaron sus actuaciones en distintos lugares del departamento, en el Cine Berisso, en LT 27, llegando a grabar en Paraná con los reconocidos músicos Jorge Miño y Luis Barro.Muriaga también se ocupó de llevar alivio a quienes acudían a él en busca de cura para sus males, ya sea en su misión de “manosanta” o simplemente con su palabra de aliento.&nbsp;Personaje entrañable de Villaguay, y protagonista de numerosas anécdotas y hasta canciones, pasó últimos años de su vida en el Hogar de Ancianos, donde fue cuidado con mucho cariño, hasta su muerte el 27 de marzo de 2007.

Hace 18 años fallecía Fermín Rafael Giles, “Muriaga”

El pasado lunes 24 de marzo, en el marco del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, la localidad de <a href="https://www.elpueblovillaguay.com.ar/noticia/una-muestra-que-revive-la-memoria-colectiva-de-villa-clara">Villa Clara</a> realizó un acto conmemorativo encabezado por el intendente Luis Guy. Durante la ceremonia, se llevó a cabo la plantación de un árbol en la plaza General Belgrano, como símbolo de recuerdo y compromiso con los valores democráticos. “Esta fecha conmemora un día que marcó un antes y un después en nuestra historia como argentinos. En 1976, Argentina vivió el inicio de una dictadura que dejó huellas profundas en nuestra sociedad. Recordamos, pero también nos unimos en el compromiso de nunca olvidar”, expresaron desde la intendencia. Asimismo, destacaron la importancia de mantener vivo el recuerdo de los hechos ocurridos y reafirmar el compromiso con la justicia. “Es esencial seguir luchando por la memoria, la verdad y la justicia. El 24 de marzo es un recordatorio de la importancia de defender nuestros derechos y la democracia, de plantar memoria”, agregaron. La plantación del árbol en la plaza General Belgrano se sumó a las distintas actividades que se realizaron en el país para homenajear a las víctimas del terrorismo de Estado y reafirmar el compromiso con los derechos humanos. En Villa Clara, el acto contó con la presencia de funcionarios municipales, representantes de instituciones locales y vecinos que acompañaron la jornada de reflexión y memoria.

Villa Clara conmemoró el Día de la Memoria con un acto y la plantación de un árbol

<h2 style="text-align:justify;">El nacimiento</h2>Este diario fue fundado por don Emilio Surra, con el apoyo de un grupo de radicales, el 4 de febrero de 1926, en plena época del Dr. Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen, quien había ejercido la presidencia de la república desde el 12 de octubre de 1916, al 12 de octubre de 1922, siendo el primer presidente elegido por el voto secreto y obligatorio (masculino), y que repitiera su mandato desde el 12 de octubre de 1928, hasta el 6 de septiembre de 1930, en que fuera derrocado.El Pueblo apareció como bisemanario, en el garaje de don Andrés Chiesa, en calle Hermelo 79, frente al parque Urquiza (hoy Escuela Normal Superior “Martiniano Leguizamón”). Estuvo allí hasta el viernes 26 de octubre de 1928.<h2 style="text-align:justify;">Traslado a Brown y Alem</h2>El lunes 5 de noviembre de 1928 salió como diario en el local propiedad de don Félix Dimotta, de Brown y Alem, bajo el lema: “Todo por Villaguay y para Villaguay”.<h2 style="text-align:justify;">En San Martín 29</h2>El 30 de enero de 1941, la empresa se trasladó a San Martín 29, casi Caseros (antigua Casa Ricós), donde el diario se editó desde el 4 de febrero de ese año, hasta el viernes 10 de marzo de 1950 (Nº 6190).<h2 style="text-align:justify;">En el edificio propio</h2>El sábado 11 de marzo de 1950 comenzó el traslado de la librería, maquinarias y demás elementos del diario al edificio propio de San Martín 352/68, donde estuvo instalada la librería de don José Leal, adquirido por don Emilio Surra.Allí, con el Nº 6191, aparecido el jueves 23 de marzo de 1950, comenzó otra rica historia llena de sacrificios, pero también de logros, que llega hasta nuestros días.<h2 style="text-align:justify;">Aviso</h2>El viernes 24 de marzo de 1950, el diario publicó en sus páginas, el siguiente aviso: “Ya trasladamos al nuevo local la Imprenta, Librería y Papelería El Pueblo”.“Desde ayer se encuentra en su nuevo local, sito en San Martín Nº 368 (contiguo a la sastrería Donadío), la librería y papelería El Pueblo, como así también los talleres gráficos y encuadernación. Quedamos a las órdenes de clientes y amigos”.“En el local (antigua Casa Ricós), continúa funcionando una sucursal de librería y papelería”.<h2 style="text-align:justify;">El actual edificio y sus cambios</h2>Hasta cuando yo ingresé a “El Pueblo”, en 1959, el edificio se mantenía como se puede apreciar en la antigua foto que publicamos, con sus persianas metálicas, tanto en la librería, como en el garaje -las que se descomponían seguido-, y tenían que acudir a los buenos oficios del mecánico señor Monzón.Después, a medida que pasaban los años, se produjeron grandes modificaciones, con ampliaciones incluidas. El frente, se modernizó, se instaló un letrero luminoso, se pusieron cortinas nuevas, y un portón de chapa en el garaje, el altillo y depósito se amplió&nbsp; al doble y se cambió la entrada que era por el taller a la librería. Después de una gran pedrea que dejó el techo de fibrocemento como un colador, se colocó encima chapa de cinc. Los talleres se llevaron hasta el fondo del terreno, cubriendo parte del gran patio, hasta lindar con la propiedad del Dr. Antonio P. Vuoto (hoy del Dr. Lafourcade), y hacia el sur desapareció el tapial que daba con la parroquia Santa Rosa, donde desde gurises jugábamos al fútbol en épocas del padre José&nbsp; E. Lavini.Hace pocos años se realizó la última gran innovación, tanto en la librería, como en la redacción y talleres, trasladándose los valiosos archivos, más que nada, demandados por los grandes cambios en la tecnología.Como se sabe, al filo del centenario, a cumplirse el 4 de febrero próximo, lo encuentra a El Pueblo con nuevos dueños y seguramente sueños de superación, como se puede apreciar felizmente hasta el presente.Deseo de todo corazón que esta empresa querida, tan cara a mis sentimientos, donde pasé 60 años de mi vida, pueda continuar por la senda del éxito, porque la historia así lo reclama.

El Pueblo cumple sus Bodas de Brillantes en San Martín 352/68

El 15 de marzo de 1900 ocurrió uno de los últimos capítulos del levantamiento encabezado por Sabá Z. Hernández contra el entonces gobernador de Entre Ríos Leónidas Echagüe, que estalló en distintos puntos de la provincia y tenía como objetivo la intervención federal. En Villaguay, los revolucionarios tomaron la municipalidad y quedaron sitiados por las fuerzas policiales, al mando del Coronel Juan S. Hermelo. Se produjo un enfrentamiento armado que ocasionó varios heridos, y la muerte de Melchor Díaz y un pintor uruguayo de apellido Uriarte. A raíz del hecho también falleció Teodoro Velázquez, quien según cuentan las crónicas, salió de su casa ver qué pasaba y una bala perdida lo alcanzó. Este hecho se evoca en Villaguay, mi pueblo, de Justo Miranda (1978), y se retoma en el Libro del Bicentenario, de la municipalidad de Villaguay (2023). ¿Quién fue Sabá Hernández? Sabá Zacarías Hernández fue un abogado y político argentino nacido en Diamante el 11 de marzo de 1856, que se desempeñó como diputado provincial y nacional, y ejerció como gobernador de la provincia de Entre Ríos entre 1891 y 1895. Hernández estudió Abogacía en la Universidad de Buenos Aires, doctorándose en jurisprudencia. Tuvo participación en la revolución de López Jordán en 1873, y fue brevemente comandante militar de Diamante, aunque terminó enfrentado al caudillo por el fusilamiento de su hermano Luis. Fue diputado provincial, convencional constituyente y senador provincial durante la década de 1880. Además, fue agente fiscal y juez en lo Civil y lo Comercial de la Ciudad de Paraná; ministro de Hacienda y ministro general durante los gobiernos de Eduardo Racedo (1883 - 1886) y Clemente Basavilbaso (1889 - 1891), respectivamente. Fue elegido gobernador a fines de 1890, y asumió su cargo el primer día de 1891; su gestión estuvo marcada por la crisis económica iniciada el año anterior; la deuda pública, aumentada por las obras ferroviarias de sus antecesores, se tornó impagable, por lo que solicitó y obtuvo autorización de la legislatura para privatizar las líneas de propiedad provincial. Durante su gestión se fundaron varios pueblos en la provincia, como es el caso de Pueblo Brugo. También inició la colonización por parte de la Jewish Colonization Association, fundada por el Barón Mauricio de Hirsch, por medio de la cual se fundarían luego numerosas colonias en el centro de la provincia. Dirigió dos revueltas armadas contra el gobernador Salvador Maciá, en 1898 y 1900, y luego volvió a ser elegido diputado nacional en tres oportunidades. Falleció en Buenos Aires en agosto de 1932.4

A 125 años de la rebelión de Sabá Hernández

Hace 77 años, en la zona oeste de la ciudad, Ida y Adolfo Banchik abrían las puertas de un almacén con despacho de bebidas y ramos generales, que con el paso del tiempo fue mucho más que eso. Fue una especie de Centro Barrial, Centro Cívico, Estafeta Postal, y lugar de reunión y consulta de un universo de personas de las más variadas características, que acudían al lugar para tratar de resolver sus problemas, además de hacer sus compras, pasar un buen rato jugando al truco y disfrutando del copeteo. Durante varios años fue Comedor al mediodía, y donde no faltaban los sándwiches de matambre y milanesas a toda hora. Fue sede de un Club de Fútbol, de un Banco de Sangre, un lugar de encuentro social, y de actividad efervescente e imparable cada día de su existencia. Una entidad "única", con su propia personalidad, que Ida y Adolfo Banchik lograron construir y mantener a través de los años, con gran esfuerzo, enorme dedicación y entrega. Sus obras fueron inmensas, muchas de ellas en forma anónima, poseedores de un especial carisma, magnetismo, personalidad y liderazgo, y conocidos sobre todo por su enorme bonhomía, generosidad y espíritu solidario; ese gran valor social universal que todos los seres humanos deberíamos ejercer en nuestras vidas, tomando consciencia que es uno de los designios por el que fuimos creados: tener la voluntad de ayudar y colaborar ante las necesidades ajenas, sin esperar nada a cambio.

Almacén “1º de Marzo”, de Ida y Adolfo Banchik: un lugar que dejó huellas en la comunidad

Pedro Luis Raota nació el 26 de abril de 1934, en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, en el seno de una familia de agricultores, y siendo muy joven se mudó a la ciudad de Santa Fe, en donde adquirió sus primeras nociones sobre esta técnica artística.&nbsp;Años después, se trasladó a Villaguay para hacer el servicio militar, en donde acompañó al fotógrafo de la Compañía, ayudándolo y aprendiendo del oficio. Concluido el servicio, resolvió permanecer en nuestra ciudad, y puso un estudio fotográfico en el que comenzó a trabajar intensamente.Luego de obtener sus primeros reconocimientos por su fotografía artística, decidió llevar sus trabajos a Buenos Aires, en donde fue invitado a exhibirlas en la apertura de una exposición. A partir de allí, y en virtud de su inusual talento, participó de muchísimas exposiciones, en Argentina y en el resto del mundo. En 1968 obtuvo el premio de la Bienal de Monza, en Italia, que impulsó su imparable carrera y lo llevó a ganar prestigiosos concursos a nivel internacional.Su estilo se distinguió por su particular interpretación de la vida de las personas, a partir de las imágenes que capturaba, cuya crudeza y carga dramática muchas veces se cruzaba con la ironía y el humor. Sus fotografías –con fuertes acentos de luz que resaltan sobre un fondo oscuro, su marca registrada–, muchas veces espontáneas y otras tantas preparadas previamente, van del patetismo a la profunda sensibilidad, son alegres y demoledoras, y construyen un lenguaje fotográfico único e irrepetible.Con su cámara en mano, recorrió el país y el mundo, y pudo retratar en Villaguay a una infinidad de personajes y situaciones de la vida cotidiana de la ciudad.Con más de 3000 premios cosechados, entre sus galardones más importantes se destacan el Trofeo Cóndor de la Federación Argentina de la Fotografía; la Primera Bienal de la Fotografía de Monza; el SIP Mergenthaler de la Sociedad de Prensa Internacional; premio al Mejor Reportero Gráfico del Mundo, otorgado en La Haya; primeros premios en Australia, Austria, Inglaterra, Francia, Italia y España; Gaviota de Oro en el Certamen Mundial de la Fotografía en Lisboa; primer premio en el Salón Internacional de la Fotografía en Hong Kong y en Singapur por tres años consecutivos; primer premio en el Salón Internacional de Arte Fotográfico de Londres; Trofeo Georges Pompidou en París; Trofeo Charles Kingsley en el Certamen Mundial de la Fotografía en Nueva York; PRAVDA-74 en Moscú; Primer Premio en el Salón Internacional de Bangkok; Medalla de Oro en el Salón Internacional de Periodismo Fotográfico; primer premio en la Bienal Mundial de EUROPA-75.En 1976 sus obras fueron expuestas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Longview Museum of Fine Arts de Texas. En 1977 ganó el Primer Premio en el Salón Internacional de Fotografía Periodística de Washington y se editó su primer libro, en donde recopiló las más importantes fotografías logradas desde sus primeros tiempos. La Biblioteca Nacional de París incluyó una colección de 60 obras en su galería permanente. En 1979 apareció su primer portfolio denominado Imágenes Típicas Argentinas, que incluye una serie de imágenes características de su país. En 1980, una colección de sus obras recorrió Italia en sucesivas exposiciones ocurriendo lo mismo en Bélgica, mientras que en Australia una colección de 65 obras recorrió diversas Universidades de ese país en una muestra itinerante. Ganó además el Primer Premio en los Salones de Andorra y Alicante. Sus obras también fueron incluidas en el Salón de la Fama por el Permanent Collection Commitee de la Photographic Society of America.En 1981 dirigió en Buenos Aires el Instituto Superior de Arte Fotográfico, secundado por un selecto cuerpo de profesores, entre los que se destacan Mario Binetti y Ada Sacchi. Por aquellos años profundizó en la fotografía color y editó un portfolio sobre Gauchos&nbsp;Falleció el 4 de marzo de 1986 en Buenos Aires. Hasta el día de hoy, es el fotógrafo argentino más premiado, y se lo considera uno de los máximos exponentes de la fotografía americana.

A 39 años de su partida, Pedro Luis Raota sigue vivo en su inmensa obra

José de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, Corrientes. Sin embargo, la documentación original sobre su nacimiento se perdió cuando los portugueses asaltaron e incendiaron esa antigua reducción jesuita, incluida la iglesia donde obraba el acta de bautismo. Hoy, en Yapeyú se conservan los restos de su casa natal, protegidos bajo un templete y custodiados por integrantes del Regimiento de Granaderos.San Martín vivió 72 años, hasta 1850. Su vida fue una sucesión de etapas bien diferenciadas, con roles diversos que lo llevaron a convertirse en el libertador de Argentina, Chile y Perú. En particular, el período entre 1812 y 1822 fue el más intenso, en el que llevó a cabo las hazañas que lo inmortalizaron en la historia. Esta década estuvo marcada por dos decisiones trascendentales: su regreso a su tierra natal y su retiro definitivo para emprender un largo exilio.Luego de una infancia en Yapeyú y Buenos Aires, San Martín se trasladó a España, donde ingresó con apenas once años al ejército real. Durante 28 años, participó en al menos cinco guerras, destacándose en la lucha contra la Francia napoleónica. Cuando la España borbónica quedó reducida a la isla de León, decidió sumarse a la causa independentista americana. Tras obtener su baja, pasó por Londres y luego viajó a Buenos Aires en la fragata George Canning en 1812.La década siguiente lo llevó al centro de la escena revolucionaria. Organizó el Ejército de los Andes, logró la independencia de Chile y Perú y protagonizó el histórico cruce de los Andes. Sin embargo, la falta de apoyo político y militar le impidió completar su misión en Perú. En 1822, tras una reunión con Simón Bolívar en Guayaquil, optó por retirarse para dejar en manos del venezolano la conclusión de la lucha emancipadora.En 1824, partó hacia Europa con su hija Mercedes, tras la muerte de su esposa, Remedios de Escalada. Su exilio se extendió por 26 años entre Bruselas, París y Boulogne-sur-Mer. Durante este tiempo, permaneció informado de los acontecimientos en América, apoyó a Juan Manuel de Rosas en la defensa de la soberanía nacional y recibió la visita de importantes figuras argentinas como Juan Bautista Alberdi, Florencio Varela y Domingo Faustino Sarmiento.En 1829, intentó regresar a Argentina, pero la inestabilidad política lo hizo desistir. Finalmente, su salud se deterioró y falleció el 17 de agosto de 1850 en Boulogne-sur-Mer. Sus restos descansan hoy en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, en un mausoleo que refleja el reconocimiento eterno de la nación argentina.José de San Martín ocupa un lugar indiscutido entre los próceres más importantes de la historia latinoamericana. Su legado de valentía, estrategia y compromiso con la independencia continúa inspirando a las generaciones presentes y futuras.

José de San Martín: el padre de la patria y su legado inmortal

A pesar de la riqueza de su obra literaria y la importancia de sus contribuciones a la poesía argentina, el nombre de Emma de Cartosio sigue siendo desconocido para muchos. Nacida en Concepción del Uruguay el 28 de febrero de 1928 y fallecida en la misma ciudad el 25 de octubre de 2013, su legado literario aún espera el reconocimiento que merece.<h2>Una vida dedicada a la literatura</h2>Emma de Cartosio estudió en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata y, tras graduarse, ejerció la docencia. Sin embargo, su pasión por la literatura la llevó a escribir en diversos géneros, desde la poesía hasta el ensayo y la literatura infantil. Sus textos fueron publicados en diarios de Argentina y el exterior, y llegó a escribir en francés una colección de cuentos folclóricos argentinos y de otras partes del mundo, lo que la convirtió en una escritora francófona.En 1963, obtuvo una beca del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid, donde estudió la poesía española contemporánea y publicó artículos en importantes diarios de Argentina y España. Entre 1965 y 1969, residió en París y recorrió Europa, África, Medio Oriente y varios países de América Latina, brindando conferencias sobre literatura y poesía.<h2>Una prolífica y premiada escritora</h2>Su obra abarca títulos como Madura soledad (1948), Antes de tiempo (1950), Cuentos del ángel que bien guarda (1958), El arenal perdido (1958), Elegías analfabetas (1960), Tonticanciones para Grillito (1962), La lenta mirada (1964), En la luz de París (1967), Cuando el sol selle las bocas (1968), Contes et récits de La Pampa (1971), Cuentos para la niña del retrato (1973), Cuentos del perdido camino (1976), Automarginada (1980) y Allá tiempo y hace lejos (1993).Su talento fue reconocido con numerosos premios, entre ellos la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1948 y 1993, el Premio del Fondo Nacional de las Artes en 1962 y 1968, el Premio Accessit Leopoldo Panero en España (1967), la Pluma de Plata del Pen Club Internacional de Buenos Aires (1980), el Premio La Fleur de Laure en Francia (1980), el Premio Dupuytren (1980) y el Premio Trayectoria de Gente de Letras de Buenos Aires (2000).<h2>Una poeta en la sombra</h2>A pesar de su destacada producción literaria, Emma de Cartosio sigue siendo un nombre poco conocido dentro del canon literario argentino y entrerriano. Según la web de divulgación literaria Autores de Concordia, su singularidad radica no solo en su obra, sino también en su vida, marcada por un "retiro voluntario" y una "soledad inclaudicable" que la alejaron de los círculos literarios, pero le permitieron mantenerse fiel a sí misma.Su poesía se inscribe dentro del neorromanticismo de la generación del '40, con el uso de formas neoclásicas de versificación. Sin embargo, su estilo evita las efusiones sentimentales gracias a un lenguaje sobrio y preciso, influenciado por su formación científica y su perspectiva analítica.El legado de Emma de Cartosio representa un tesoro literario que merece ser rescatado del olvido. Como ella, muchas otras poetas permanecen casi anónimas, esperando que su voz sea redescubierta y valorada en su justa dimensión.<blockquote>“Hoy”, de El arenal perdido (1958)Cuando me canse de estar sentada sobre el verdey el río que me tiene en sus brazos me reflejefatigada, necesitaré Señor que inventestu rostro en mí para en Ti mirarme.Cuando ya no inaugure descalza los veranosdel litoral absorto en reverberos y sauces,necesitaré Señor que me enseñes tu rostropara ver el mío por Ti creado.Cuando ya no se enamoren el viento y el aguaque atravieso desnuda sin edad ni recuerdos,necesitaré Señor que alces mi rostro haciael tuyo y me ciegues en olvido.Cuando el amor sea sólo una palabra brevepara citar un extraño hecho que en mí no ocurre,necesitaré Señor que ordenes expulsarmede este mundo que dicen has creado.Cuando todo esto suceda, te necesitaré Señor.Hoy déjame a solas con el verde, el río y los veranos.Déjame sin el rostro que los demás te exigen y yo veopresente en las ausencias de mi mundo cotidiano.Para ser luz me necesitaste siempre;cuando sea sombras, justo es que te necesite.</blockquote>

Emma de Cartosio: la poeta entrerriana que merece ser redescubierta

(*) El 99° aniversario del diario El Pueblo marca un hito significativo en la historia de los medios de comunicación en nuestro país. Fundado en 1926, este periódico ha sido testigo y narrador de innumerables eventos que han moldeado nuestra sociedad, desde cambios políticos hasta avances tecnológicos, pasando por momentos de crisis y celebraciones comunitarias. En un mundo donde la inmediatez de la información digital parece dominar, la vigencia de El Pueblo es un testimonio de su inquebrantable compromiso periodístico y su relevancia constante.<h2>Compromiso periodístico a lo largo del tiempo</h2>A lo largo de casi un siglo, El Pueblo ha mantenido un firme compromiso con la verdad y la objetividad. Su equipo de periodistas ha trabajado incansablemente para ofrecer una cobertura precisa y equilibrada de los sucesos, sin dejar de lado el análisis profundo y la investigación rigurosa. Esta dedicación ha forjado la confianza de sus lectores, convirtiendo al diario en una fuente imprescindible de información y reflexión.Uno de los aspectos más destacados de El Pueblo es su capacidad para adaptarse a los cambios sin perder su esencia. A lo largo de los años, ha sabido incorporar nuevas tecnologías y formatos, desde la transición del blanco y negro al color, hasta la creación de una versión digital que complementa su edición impresa. Sin embargo, su compromiso con el periodismo de calidad ha permanecido inalterado, garantizando que cada noticia publicada sea el resultado de un trabajo meticuloso y ético.<h2>El rol fundamental de informar a la sociedad</h2>El papel de los medios de comunicación en la sociedad es crucial, y El Pueblo ha sabido cumplir esta responsabilidad con creces. Ha sido la voz de quienes no tienen voz, denunciando injusticias y dando espacio a diversas perspectivas que enriquecen el debate público. Su cobertura de eventos locales ha fortalecido el tejido comunitario, permitiendo que los ciudadanos se mantengan informados sobre lo que ocurre en su entorno inmediato.Además, El Pueblo ha tenido un rol educativo, promoviendo el pensamiento crítico y fomentando la participación ciudadana. A través de sus editoriales y columnas de opinión, ha impulsado el diálogo constructivo y ha alentado a sus lectores a involucrarse activamente en la vida democrática. Este compromiso con la sociedad es lo que ha permitido que el diario se mantenga relevante y respetado, a pesar de los desafíos que enfrenta la prensa gráfica en la era digital.<h2>Mirando hacia el futuro: Nuevos desafíos en el contexto actual</h2>El contexto actual de los medios tradicionales, y en particular de la prensa gráfica, presenta una serie de desafíos que El Pueblo debe enfrentar con determinación y creatividad. La competencia con las plataformas digitales, la disminución de la circulación impresa y la diversificación de las fuentes de información son algunos de los obstáculos que se interponen en el camino.Sin embargo, estos desafíos también representan oportunidades para reinventarse y seguir siendo un referente en el panorama mediático. El Pueblo debe seguir apostando por la innovación, explorando nuevas formas de llegar a su audiencia a través de las redes sociales, el periodismo multimedia y la interacción directa con sus lectores. La clave para mantenerse vigente radica en encontrar el equilibrio entre la tradición y la modernidad, sin renunciar a los valores que lo han caracterizado durante casi un siglo.En este 99° aniversario, El Pueblo tiene mucho que celebrar, pero también mucho que proyectar hacia el futuro. Su legado de compromiso periodístico y su rol fundamental en la sociedad son pilares sobre los cuales puede construir nuevos éxitos. La prensa gráfica aún tiene un lugar importante en nuestra cultura y democracia, y El Pueblo está llamado a liderar este proceso de transformación y adaptación. ¡Feliz aniversario, El Pueblo, y que los próximos años traigan nuevos desafíos y logros que enriquezcan aún más su historia!(*) Autor: IA Copilot&nbsp;<h2>A continuación, un ser humano</h2>Estimado lector: todo lo que Ud. acaba de leer en este artículo, incluyendo título, bajada y subtítulos, y todas y cada una de las palabras, fueron creadas en menos de un segundo por una inteligencia artificial, es decir, por una máquina.En este caso, por razones meramente prácticas, utilicé Copilot, la IA de Microsoft, pero cada día surge una nueva que compite con la anterior. Para redactar esta columna, solo tuve que indicarle a la IA lo que necesitaba, de la manera más clara y precisa posible. Le comparto la orden que le di, que en este lenguaje se le llama “prompt”:“Deseo escribir un articulo periodistico de opinion acerca del 99° aniversario de diario El Pueblo, destacando su vigencia a traves del tiempo, su compromiso periodistico y su importante rol en informar a la sociedad, y alentar a asumir nuevos desafíos en los proximos años en el actual contexto de los medios tradicionales, en particular de la prensa grafica”Eso fue todo. Luego, presionar Enter y en un instante, la IA se encargó de elaborar un texto con 650 palabras (podría haberle pedido más, pero no quise ponerme pretencioso) y que, si no cometiera esta reveladora confesión, podría pasar fácilmente por mi autoría y lucirme ante Ud.Este es el mundo al que llega El Pueblo en sus 99 años, a un paso del centenario. Y por supuesto, al que llegan sus cientos de lectores. Un mundo donde, con prisa y sin pausa, son cada vez más las acciones y creaciones humanas reemplazadas por artificiales, y cada vez más difíciles de distinguir.¿Será entonces, el fin del periodismo? No diría tanto. Sí, probablemente, el fin del periodismo tal como lo conocemos. Muchas de las tareas que (hoy) realizan humanos las harán (hacen) las máquinas, incluyendo parte de la labor del periodista. Como se observa en este mismo artículo, basta con saber pedir lo que se desea, para que la inteligencia artificial lo conceda.¿Cuál será entonces, el bastión que defenderá la humanidad periodística? Precisamente, aquello que está fuera del alcance de la IA. Y El Pueblo cuenta con nobles armas para resguardarse.Son esas pequeñas historias, esos relatos de vida, aquellos eventos que resultan casi insignificantes para el resto del mundo, pero que son vitales para una sociedad.&nbsp;Es el gurí que cumplió su sueño y del que todos nos sentimos parte, es la campaña solidaria que salva una vida, el gesto noble e inesperado de un servidor público, el logro alcanzado por un club, el proyecto de un grupo de estudiantes, la nueva banda de música, la alegría de una inauguración, o la columna triste que despide a quien muchos conocimos.Es todo eso y tanto más, esas noticias tan reales y humanas que no son registradas por la artificialidad (no tan) inteligente, pero que forman parte ineludible de nuestras vidas.Allí es donde El Pueblo tiene su trinchera indispensable. Donde aún tiene largos caminos por recorrer. Y donde el pueblo (en minúscula) tiene depositada su confianza, porque así como lo ha convertido en custodio de su historia, cuenta con tener su futuro entre sus próximas páginas, escrito en letras de molde, con la irremplazable humanidad de las personas que lo hacen a diario.

El Pueblo celebra su 99° aniversario: Un legado de compromiso y vigencia en la prensa gráfica

¿Cómo habrá sido la idea de sus editores? ¿Qué habrá pasado por sus mentes y sentimientos al intentarlo y conseguirlo? ¿Cómo se fueron reconvirtiendo con el paso del tiempo y cuán difícil habrá sido, y es, poder conciliar las “dos campanas”, dar paso a las opiniones y la investigación en un lugar, que, si bien ha crecido en población y pensamiento, a diario nos vemos o nos hemos visto y seguro en algún momento nos cruzaremos cara a cara?Eso me preguntaba, porque es la razón de la existencia de nuestro diario El Pueblo, que le pisa los talones al centenario, con 99 años atravesando la historia de Villaguay y la zona.&nbsp;Desde mi punto de vista la respuesta la puedo hallar en varias palabras: visión, compromiso, solidaridad, pasión, comprensión y empatía en la práctica de la libertad de expresión.No se concibe Villaguay sin este hito comunicacional que es El Pueblo y no se pudo hallar un nombre más representativo para describirlo. Antes cada tarde y ahora cada mañana son muchos los villaguayenses que esperamos su salida y mate en mano nos disponemos a recorrer sus páginas. No pasa por una costumbre, sino por su contenido, credibilidad y los detalles que encontramos en el trabajo diario de su equipo.Celebro este aniversario, previo al siglo, y felicito a directivos y personal, que sienten profundamente lo que hacen, porque lo hacen por su pueblo.

El Pueblo, 99 años atravesando la historia de Villaguay y la zona

Si, como afirma el saber popular, todo escritor comienza a serlo cuando se lo publica, debo a El Pueblo mi iniciación en ese camino, merced a la generosidad de uno de sus preclaros periodistas de raza como lo fuera don Pedro Nolasco Gutiérrez.&nbsp;Después, y en tiempos en que los matices partidarios más que impedir los diálogos políticos los enriquecían, de mis conversaciones casi de trasnoches con Juan Carlos “Chino” Surra surgieron otras colaboraciones, alguna publicada como editorial inclusive, que luego continuaron por diversos modos con María José, su hija.&nbsp;No soy entonces autorreferencial, sino más bien testigo de la valiosa contribución que este diario ha realizado a favor de los valores cívicos y culturales y de las funciones irrenunciables del periodismo en su medio.&nbsp;Desde la Inglaterra del S. XVIII es conocida la expresión “el Cuarto Poder”, luego cualificada y celebrada en las democracias occidentales –incluida la que supimos conseguir en 1983– como parte esencial de las convivencias en pluralidad y diferencias, siempre amenazadas por los discursos únicos y sus otros autoritarismos de sentido.&nbsp;Por otra parte, sus archivos primorosamente preservados, son y conforman la historia de nuestra ciudad de cada día y día a día, casi durante en siglo…Celebro sus 99 años y auguro otros tantos, pues ningún medio digital y extraño nos asegura –hoy por hoy– ni esas permanencias ni esos registros de las mil y una cosa que por aquí se han dicho y sucedido a nosotros, sus lectores y vecinos. &nbsp;

A El Pueblo, en sus renovados 99

La celebración de los 99 años del diario El Pueblo, motiva a los entrerrianos a dejar testimonios sobre la trascendencia de este medio de comunicación.Desde el 4 de febrero de 1926, la publicación ha gravitado hondamente en la vida de Villaguay y zona de influencia.Marcelo T. de Alvear guiaba los destinos del país, mientras que Ramón Mihura estaba al frente del ejecutivo provincial.Hacía dos años y dos meses que la comunidad guiada espiritualmente por Santa Rosa de Lima había festejado su primer centenario.Y fue allí cuando la visión y el coraje de Emilio Surra hicieron realidad “el diario compromiso con Villaguay”, vespertino que, con el tiempo, se convertiría en una herramienta fundamental para el crecimiento y el vuelo hacedor de la comarca.Hoy, las palabras que informan y orientan siguen salvando las dificultades cotidianas, y mantienen los objetivos esenciales de la prensa, logro que ha permitido a El Pueblo ser reconocido por la Cámara de Diputados de la Nación.Nosotros, como asombrados testigos del largo y proficuo itinerario de luz, nos ponemos de pie y aplaudimos el trabajo tesonero que se aproxima al centenario.El sueño, con forma de publicación diaria, sigue abriendo caminos en el corazón de esta ciudad, "Alma y fibra de Entre Ríos", como la definiera Linares Cardozo. Por Roberto Romani

El Pueblo y su compromiso con Villaguay

99 años de transmitir información anteponiendo siempre ética e inteligencia&nbsp;para ofrecer e informar a los lectores con verdad y respeto.&nbsp;Diario El Pueblo, forjador de sueños donde allí se abrían las puertas al trabajo y de acuerdo con sus logros el empleado hacía su carrera, pues se destacaban su rendimientos y eficacias. Donde se contaban vivencias escritas con&nbsp;solidaridad, apelando al mismo sentimiento en los receptores de la lectura.&nbsp; &nbsp;También se leían en sus páginas historias donde se destacaban héroes que daban su vida por la Patria, ¡cómo olvidar su cobertura en la Gesta de Malvinas!Se daban a conocer otras historias con personajes que desataban polémicas, pero la información estaba, se difundía, se mostraba.&nbsp;En todos los rubros se destacaban ilustres visitantes, tanto como logros de ciudadanos dentro del deporte, la cultura, la ciencia y la técnica. A todos, las páginas de El Pueblo les daban un toque de distinción.Hablar en pasado es hacer honor a una admirable trayectoria, es rendir homenaje a su creador, el señor Emilio Surra; a sus sucesores, el destacado periodista y director Juan Carlos Surra, a la destacada profesora y periodista&nbsp; Orfilia Muñoz de Surra, y a quien hasta hace unos meses cumplía función como directora, la profesora y periodista María José Surra. Sin olvidar a quien también era miembro directivo del Diario, y que recibía a las personas en la mesa de entradas y en atención al público, Nelly Surra; menciono además a Gastón Surra, quien cumplía&nbsp; una valiosa tarea en los talleres del Diario.&nbsp;Destaco a través de los tiempos a Carlos Castello, Mere Thamm, Pedro Luis Raota, Dardo Torres, Manuela Chiesa de Mammana, Raúl Jaluf, Cata Obludziner, Abraham Schetjter, quienes entre tantos otros cumplieron un rol importante como colaboradores&nbsp; con&nbsp;este periódico, y pido disculpas si me&nbsp;olvido de alguien, ellos desde una estrella siguen iluminando.Surge también imborrable el recuerdo del periodista Martín Carruego, cubriendo una importante etapa profesional dentro de las páginas de El Pueblo.&nbsp;Varios son hoy quienes seguramente celebran con orgullo haber sido o de ser parte de esa gran familia que&nbsp; compartían en esta prestigiosa empresa, algunos se jubilaron, otros cambiaron de rumbo por nuevas propuestas laborales, mas sabemos e imaginamos que siempre regresan con alguna anécdota. Y los que están hoy, sienten la responsabilidad de seguir transitando con nuevas tecnologías, pero con sentimientos y la&nbsp; libertad de informar siempre con la verdad y responsabilidad. Así también seguramente se sentirán con sano orgullo por haber aportado un granito de arena en estos 99 años quienes han colaborado&nbsp; con este prestigioso medio de información, entre los que me incluyo humildemente.&nbsp;Imposible no mencionar por su admirable trayectoria a quien fue canillita, empleado luego de la empresa, y como “su mejor alumno” trascendió por su eficacia cumpliendo 50 años como empleado, lo que le dio el título honorífico de periodista: Roque “Coco” Alaguibe, quien ha pasado a ser un ícono del diario El&nbsp; &nbsp;Pueblo.&nbsp;Hoy se siente que la Familia Surra ha cumplido una etapa importante en este medio que significa la prensa escrita, han sabido llevar con responsabilidad, la misma ética laboral y social desde sus comienzos hasta hace apenas unos meses. Inmenso orgullo debe de latir en sus sentimientos, aunque la decisión, como todos los grandes cambios en la vida, les debe haber costado “noches sin dormir”. Mientras que los simples ciudadanos les damos gracias por la idea de que el Diario continuara en vigencia con nuevos propietarios. Les&nbsp; deseamos&nbsp; a ellos buenas ondas positivas a través de bendiciones de Dios Padre en la nueva etapa en sus vidas.&nbsp;&nbsp;A los nuevos conductores responsables de este casi centenario periódico local, les deseo todas las fortalezas y energías positivas. Dios los ilumine con éxitos y sea la continuación, aunque se entienden cambios necesarios para avanzar, un diario donde la información se pueda apreciar como siempre a través de las noticias locales, provinciales, nacionales e internacionales, y sea un aliciente también para ustedes haber invertido en un medio de prensa con pinceladas de sentimientos y manos tendidas de agradecimientos.&nbsp; &nbsp;¡Feliz aniversario, patriarca de la información escrita, El Pueblo de Villaguay!

Diario El Pueblo, patriarca de la información de prensa de Villaguay

La era digital sin lugar a duda que ha modificado el ecosistema de medios: nuevas formas de lecturas, usuarios vs lectores. Aun así y haciendo frente a los medios en línea, el diario El Pueblo de la ciudad de Villaguay, celebra sus 99 Aniversario.El Pueblo sigue jugando un papel central en la oferta de información, sobre todo en el quehacer local. ¿Quién no ha abierto el diario para informarse sobre quién ha nacido, quién se ha recibido, quiénes celebran sus cumpleaños...?Más allá del aporte social, El Pueblo no sólo ha motivado a sus lectores a la buena lectura, sino que además ha sido un fiel defensor de la verdadera idiosincrasia de toda una sociedad, arraigada a sus propias costumbres y modismos.Desde nuestro humilde lugar, y como asociación, celebramos esta permanencia de casi 100 años y agradecemos enormemente a sus redactores, directores y personal en general; el espacio que siempre nos han brindado para poder llegar así, a cada uno de los hogares y que nuestros logros sean visualizados y replicados.¡Feliz Aniversario diario El Pueblo de Villaguay!Enviamos un cálido saludo a todo el equipo de trabajo.

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