La historia de Carolina y Alejandro en la producción de quesos artesanales
Su historia es un testimonio de la fuerza del espíritu emprendedor en el sector agropecuario entrerriano
Una pareja de emprendedores ha demostrado que la perseverancia y el amor por la tierra pueden convertir las adversidades en oportunidades. Alejandro Hoet Avalle y Carolina Morrison, oriundos de Paraná y Villaguay respectivamente, comenzaron su historia agropecuaria con ilusión y sueños de progreso, superando innumerables desafíos para convertirse en productores de quesos de calidad, reconocidos en la región bajo la marca "La Antonieta".
Un inicio lleno de obstáculos
Alejandro y Carolina, ambos con raíces rurales, decidieron comprar un pequeño campo de 40 hectáreas en Puente Carmona, cerca de Paraná, con la idea de dedicarse a la avicultura. Sin embargo, el campo incluía un pequeño tambo con seis vacas Jersey, y aunque su proyecto inicial era avícola, comenzaron a involucrarse también en la producción lechera. No obstante, el destino les tenía preparado un camino complicado. Un incendio destruyó su casa y el campo se inundó en repetidas ocasiones, situaciones que habrían hecho desistir a muchos, pero no a ellos.
Pese a las dificultades, la pareja decidió continuar con la lechería como actividad secundaria, elaborando quesos en pequeña escala tras aprender de una empleada que les enseñó las técnicas básicas. A medida que avanzaban, decidieron concentrarse en lo que mejor sabían hacer: quesos. Sin embargo, las dificultades continuaron, incluida la baja producción lechera de sus vacas y las recurrentes inundaciones, que los llevaron a trasladarse a un nuevo campo de 50 hectáreas en San Lucas Sur I, cerca de Villaguay.
Fue en este momento cuando Antonieta, una de sus vacas más queridas, se convirtió en un símbolo de su resiliencia. Pese a los problemas de salud que la afectaban, Antonieta sobrevivió a todas las adversidades, convirtiéndose en una inspiración para Carolina y Alejandro, quienes decidieron nombrar su línea de quesos en su honor.
Ya establecidos en Villaguay, la pareja enfrentó nuevos retos. La empresa a la que vendían su leche cerró, y la crisis financiera los obligó a cerrar temporalmente su tambo. Sin embargo, Alejandro no se rindió y decidió adquirir leche en otras zonas para seguir produciendo quesos. Con el tiempo, reabrieron su tambo y comenzaron a diversificar su producción, experimentando con diferentes razas de vacas y elaborando quesos de distintas variedades.
Hoy en día, producen quesos como Tybo, Sardo, Romanito, Holanda, Gouda y su creación estrella, el “Gran Villaguay”, un queso tipo suizo que se destaca por su sabor intenso y su estacionamiento mínimo de tres meses. A pesar de los desafíos, incluyendo los efectos de la sequía, Alejandro y Carolina han logrado mantener una producción constante y están en vías de alcanzar la certificación agroecológica.
Innovación y sustentabilidad
La pareja no solo ha demostrado resiliencia, sino también innovación. Están implementando un sistema de hidroponía para producir forraje en su campo y continúan perfeccionando sus técnicas de elaboración de quesos, siempre con la vista puesta en mejorar la calidad de sus productos y en adaptarse a las exigencias del mercado.
Alejandro y Carolina son un ejemplo de cómo, con esfuerzo, pasión y una gran capacidad de adaptación, es posible superar cualquier adversidad. Su historia es un testimonio de la fuerza del espíritu emprendedor en el sector agropecuario entrerriano y de cómo, al igual que su querida vaca Antonieta, han logrado salir adelante después de pasar "las mil y una".
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