Juana Montenegro, soldado valiente y bravía
El 24 de septiembre de 1814, la entrerriana sobresalió por su valor en un combate en Paso de Belén, sobre el río Uruguay.
Juana Montenegro fue una mujer entrerriana cuyo coraje en el campo de batalla le valió su pase a revista como soldado, y su correspondiente sueldo. Su nombre surge en el contexto de las guerras por la independencia, allá por 1814, y se inscribe en la historia grande de mujeres como Juana Azurduy y Gregoria Pérez de Denis, y muchísimas otras anónimas que fueron ignoradas por las crónicas, quienes con su valentía y arrojo forjaron el destino de la patria.
“La dragona” formó parte de una batalla que se libró en el Paso de Belén, sobre el río Uruguay, cerca de Mandisoví, en donde las filas de un ejército leal al Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata se enfrentaron a las tropas de Artigas.
En la batalla, el caudillo artiguista José María Chirico es derrotado por tropas del coronel José María Lorenzo, que responde al comandante militar y gobernador intendente interino de Entre Ríos, José Blas Pico. Según cuenta Silvia Razzetto de Broggi en la Enciclopedia Digital de Gualeguay, “[e]n Paso de Belén destaca la bravura de Juana Montenegro, esposa de un soldado del Escuadrón de Dragones de Gualeguaychú, conducido por el capitán don Gregorio Samaniego”.
Relata Razzetto de Broggi que en el parte de guerra firmado por el comandante militar, se informó al Directorio que Juana, “al lado de su marido, atacó sable en mano peleando como un soldado y después de la acción presentó el fusil tomado al adversario”. La crónica da cuenta de que Juana persiguió a su rival hasta el monte, blandiendo un sable corvo.
Su valerosa acción hizo que el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de Posadas, dictara un decreto que fue publicado en La Gazeta de Buenos Aires, en el cual consideró el “mérito que especialmente ha contraído Juana Montenegro, batiéndose con el enemigo, con un esfuerzo superior a su sexo, al lado del soldado dragón, su esposo”, y por ello manda “que dicha Juana Montenegro pase a revista en el expresado Regimiento desde el día del ataque y se le abone para toda la vida el haber de soldado, dándole especialmente las gracias por su heroico valor”.
La dragona de Gualeguaychú
Razzetto de Broggi sostiene que el proceso revolucionario fue un tiempo de rupturas que afectó la vida familiar de diversa forma e intensidad, y que, como la dragona Juana Montenegro, “muchas mujeres organizaron su hogar en la precariedad de los campamentos patriotas y rivalizaron con los varones en el desempeño de deberes militares. Por la actuación distinguida en la lucha o en arriesgadas misiones, merecieron grado en los cuerpos de la milicia. Sabemos de ellas por el tono categórico del reconocimiento y por los reclamos que elevan a los gobiernos de turno por incumplimiento de haberes prometidos”.
En este sentido, destaca “la intrepidez de la Montenegro”, que recuerda a “la legendaria Juana Azurduy de Padilla, que combatió a los realistas en el Alto Perú; a Gregoria Pérez de Denis, que en La Bajada del Paraná ofrece a Manuel Belgrano sus haciendas y criados para el ejército en marcha al Paraguay y recibe el nombramiento de Primera Patricia Argentina; y a María Boche, joven de dieciséis años, que es encarcelada por adherir a la causa revolucionaria cuando fuerzas españolas ocupan la villa de Arroyo de la China”.
“En una tierra desgarrada por la confrontación y la insurrección revolucionaria, la identificación de Juana Montenegro ilumina numerosas presencias femeninas cuyas trayectorias ignoramos”, concluye la profesora gualeguaychuense.
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